domingo, 19 de julio de 2009

Y vamos para atrás…

Y los rumores se concretaron. Un Consejo Directivo, inicialmente dividido, acabó aprobando que el actual Director General del CENEVAL no tenga posibilidad de repetir por un segundo periodo sin siquiera haber oído, en primera instancia, sus argumentos y aceptando un par de ellos que generan una profunda preocupación por la motivación que parecen tener. Los argumentos para pedirle al Director no continuar por un segundo periodo son dos: el primero tiene que ver con que el CENEVAL haya publicado los resultados de la evaluación de la educación secundaria en el país; el segundo, que el CENEVAL hubiese realizado acciones de coordinación y participación en proyectos internacionales de evaluación “que van en contra de las políticas internacionales de la SEP”. Analicemos los “argumentos” brevemente.
Para empezar, uno de los mandatos explícitos en el documento que crea al CENEVAL es precisamente el de hacer públicos los resultados de las evaluaciones que realice. Ésta es una función que el CENEVAL ha venido haciendo regularmente, por lo menos en los últimos cuatro años, para lo cual ha utilizado los medios de comunicación impresos del país, aparte de distribuir ampliamente las publicaciones con tales evaluaciones. Ahora, de pronto, esta actividad aparece como “non grata” a los ojos de un número de miembros del Consejo, marcadamente a los representantes de la SEP en el mismo. ¿Se debió a que eran resultados del ciclo de la Secundaria y esto enojó a algunos miembros del SNTE que protestaron ante la SEP y ésta “tuvo que actuar”? ¿El INEE se sintió vulnerado por dicha publicación? Ante la ausencia de razones por parte del Consejo, no queda, como usualmente ocurre en este país, sino especular; puede haber lugar para otras razones que motivan la actitud de las autoridades educativas al respecto; por el momento quedémonos con éstas.
Es en verdad no sólo frustrante, sino que genera una seria alarma que a estas alturas de la vida del país —cuando a todos nos queda más que claro que el “talón de Aquiles” de nuestro desarrollo está en la educación, que requiere ser honesta e independientemente evaluada y que los resultados de esas evaluaciones deben ser del conocimiento de la sociedad de manera que se informe del estado que guarda la educación que reciben sus hijos—, tengamos un ejemplo tan deplorable de castigo a las acciones de evaluación reconocidas en la comunidad educativa por su credibilidad y la transparencia consecuente con dicha honestidad.
Me pregunto si el Presidente de la República, quien ha insistido tanto en el asunto de la transparencia como un signo distintivo de su administración, está al tanto de lo ocurrido en el CENEVAL y también de que como resultado de este ataque a la transparencia, la víctima es otro elemento sobre del cual él ha resaltado su importancia de manera enfática y reiterada, esto es, la evaluación de la educación en nuestro país. Me atrevo a dudar de que esté al tanto de lo que está pasando ahí.
El segundo argumento, el del no plegamiento a “las políticas internacionales de la SEP” suena en verdad bofo. El CENEVAL ha sido invitado por tres o cuatro organismos internacionales a participar en procesos de evaluación regional y en especial fue invitado, por un grupo de instituciones de evaluación del más alto nivel internacional, para concursar en la licitación de la OCDE para responsabilizarse del proyecto PISA para el año 2009, el proyecto de evaluación internacional de mayor renombre. Algo que debería atraer la felicitación por el reconocimiento internacional de una institución mexicana independiente en el ámbito de la evaluación educativa, recibe, nuevamente el castigo y el reproche, me imagino que “por salirse del redil”. Una “salida del redil” muy peculiar, puesto que había mantenido informados tanto al Consejo del CENEVAL como a las autoridades educativas del país a lo largo de todas estas actividades internacionales.
Yo habría escrito lo anterior independientemente de quien haya podido dirigir el CENEVAL en estos últimos cuatro años, por la importancia que ese organismo tiene para la educación media superior y superior, por el lugar que se ha ganado en el respeto de una multiplicidad de instituciones educativas en todo el territorio mexicano y porque cuando se fundó, tratamos de establecer una institución independiente de las autoridades y las instituciones educativas. Ese propósito se ha logrado con creces, en especial en los últimos cuatro años. Pero resulta que no es un “Juan Anónimo” quien ha dirigido al CENEVAL en este periodo. Se trata de un profesional que probablemente sea una de las dos o tres personas más conocedoras e informadas sobre educación media superior y superior del país, de alguien que realmente puso en el mapa educativo del país y del extranjero al CENEVAL. Que lo condujo con independencia, como era su mandato, y que en ese proceso CENEVAL se ganó el respeto y el beneplácito de muchísimas instituciones de educación mexicanas y extranjeras. Que construyó un equipo de profesionales de primera, que han permitido que CENEVAL haya alcanzado el éxito y reconocimiento de los que goza. Además, no solamente mantuvo el carácter totalmente autofinanciable de la organización —que no recibe subsidio gubernamental de ninguna índole— sino que más que duplicó su patrimonio en estos cuatro años, lo cual le ha permitido abordar una mucho mayor variedad de acciones en beneficio de la evaluación de la educación en México. Supongo que el Consejo Directivo está plenamente al tanto de estas características.
Alguien me comentó que sería muy difícil que el Consejo Directivo y la Asamblea de Asociados modificasen su actitud respecto al actual Director General del CENEVAL. Yo asentí en parte, pero también me pregunté si los miembros del consejo no tendrían la lucidez y la honestidad de reconocer que se estaba cometiendo una injusticia y que ambos, lucidez y honestidad, les podrían hacer cambiar de opinión sin desdoro alguno para nadie. No sé si pasará. Si ocurre el cambio de opinión sería un signo alentador que despejaría el sentimiento generalizado de que en México las cosas bien hechas incitan, casi invariablemente, a su destrucción. Veremos.

No hay comentarios: