sábado, 1 de agosto de 2009

Educación y democracia

La secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, asegura que “la educación media superior concentra los más altos niveles de deserción, de tal forma que sólo seis de cada 10 alumnos terminan sus estudios. Este abandono tiene diferentes razones. Por un lado, los muy altos niveles de reprobación en bachillerato; por otro, la falta de interés ante una currícula que no responde a las realidades actuales, la falta de ingresos económicos o la necesidad de cuidar a algún familiar en el hogar”.

El Centro Nacional de Evaluación (Ceneval) ha revelado que el nivel de conocimientos adquiridos en secundaria en el país es reprobatorio, según los resultados de los exámenes que aplica a aspirantes a bachillerato en los distintos ciclos escolares, y desde 2005 en informes que comparan las secundarias públicas con las privadas.

Diversos especialistas califican a la secundaria como “decadente”, y junto con autoridades y evaluadores del sistema educativo nacional coinciden al señalar que tenemos un serio problema cualitativo, reflejado por los índices de deserción y reprobación que son de 5% y 6% en primaria, alrededor de 17% en secundaria y 35% en preparatoria.

El presupuesto público que se dilapida en ello es de alrededor de 20% de lo asignado a ese gasto. Las oportunidades de desarrollo económico, social y cultural que se pierden son invaluables. Y la idea de la consolidación democrática, a partir de incrementar el nivel educativo de las personas creando ciudadanía, sufre deterioros que retrasan la plenitud de sus bondades.

Muchos parecen estar de acuerdo con ello, incluidos los profesores, pero una y otra vez los propósitos de reforma educativa y modernización de las estructuras que sustenten los cambios se topan con los intereses del sindicalismo corporativo, que conspira contra la eficiencia y la transparencia de las instituciones.

México vive hoy en día un problema o, mejor dicho, enfrenta un reto económico serio que otros países lo enfrentaron hace años. El problema son los monopolios tanto gubernamentales como privados, y el reto es democratizar al mercado en lo económico y en lo político limitar los poderes fácticos que actúan en la vida pública.

De los obstáculos sociales que han engendrado los monopolios públicos, uno que está haciendo mucho daño a todos es el sindicato magisterial, grotescamente convertido en el principal enemigo de la calidad educativa y de la democracia. No hay medida que trate de mejorar la calidad de la enseñanza que no pase por afectar al sindicato magisterial. No hay posibilidad alguna de que rindan cuentas de los recursos que manejan ni de abrirse a verdaderas elecciones de dirigentes sindicales.

Y ese es el mensaje brutal que han enviado los dirigentes del SNTE, en su pasada sesión en Tijuana, Baja California, los días 5, 6 y 7 de julio, reunidos casi de manera subrepticia, para otorgarse la perpetuación de sus cargos.

Es cierto que para contrarrestar la mala imagen y el escándalo mayúsculo que generó su deseo de reelegirse indefinidamente al frente de la dirigencia nacional del SNTE, la maestra Elba Esther Gordillo tomó la semana pasada dos decisiones que buscan atemperar la polémica, aunque mantienen irresuelto el cuestionamiento de fondo, el carácter antidemocrático con el que actúa: por un lado matizó su deseo de perpetuidad al incorporar una corrección a la redacción del noveno resolutivo de la XXIII sesión extraordinaria de su Consejo Nacional, y en lugar de “prórroga indefinida” quedó asentado “se acuerda prorrogar la gestión de la actual dirigencia del SNTE por un único periodo”, esto es, hasta el 2012.

Por otro lado, la dirigente magisterial ha puesto en marcha una profusa campaña de difusión en los medios de comunicación, incluidos los spots de radio con su propia voz en los que se da cuenta de algunos de los puntos acordados, entre ellos, “transformar la educación nacional, reformar las instituciones del Estado, consolidar la vida democrática del país, y construir una nueva etapa de desarrollo con crecimiento económico, bienestar, seguridad y justicia para todas y todos los mexicanos”.

Qué gran cosa sería, en efecto, que la dirigencia del SNTE de la maestra Gordillo tuviera el valor de contribuir a afrontar esos retos; pero la distancia que existe entre su práctica y esos propósitos es abismal. Podría identificar que con relación a las primeras acciones que delinearon un nuevo sindicalismo magisterial, bajo el enfoque de una modernización educativa, hoy se está en franco retroceso. La prensa dio cuenta cabal de la forma en que los delegados se reunieron en Baja California, el resguardo policial que acompañó los trabajos y el dispendio de recursos para la movilización que ello originó. La política partidaria sienta de nuevo sus reales, con su propio partido y en los índices de calidad; sólo aparece el que los hace expertos negociantes de coaliciones electorales en donde lo que menos importa es el proyecto con la educación.

El país sufre también por este tipo de monopolios, y en cuanto éstos disminuyan su poder el país empezará naturalmente a desarollarse en áreas tan estratégicas para la democracia, como lo es la educación. Urge que rindan cuentas, que transparenten su actuar.

Profesor de la FCPyS de la UNAM

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